Ahí la va la crónica de un jueves 19 de julio, en el que Cinefórum abrió sus puertas, de nuevo, a la sección de cortometrajes. De nuevo con apoyo del público, de nuevo con buen cine, de nuevo demostrando que el dinero no hace arte, aunque ayuda a promocionarlo. De nuevo, Cinefórum.
1.- El hijo 10
Óscar Lorca y Chema Argente se han currado, y mucho, esta original historia que fue acierto para abrir la noche del jueves. Los protagonistas quieren un hijo, pero no uno cualquiera, sino uno elegido a la carta. Elegirlo es un adelanto, pero las consecuencias son inesperadas.
2.- El hijoputa
Fantástico Javier Gutiérrez, uno de los actores más versátiles de España, sin duda. Agobiar a su jefe con llamadas anónimas es lo único que se le ocurre para salir del agobio que le imprime, y todo el rato con esa cara de pillo-malo que solo él sabe poner. Lo único malo, lo rápido que se pasan sus 14 minutos de metraje.
3.- El hombre ideal
Por encima del argumento general de la película, Rubén Prieto lanza una andanada de mensajes al espectador, sobre la soledad, la necesidad de encontrar pareja, o simplemente tener mucho ojo con las apariencias. Y lo hace bien, encima.
4.- El método julio
Documental que muestra que la educación, por encima de los ataques que sufre en la actualidad, es tan necesaria como los alimentos. Jon Garaño lleva al espectador a un barrio pobre de Caracas para que entendamos, con un trabajo muy escogido, la importancia de cosas básicas, como la lectura y la escritura, mediante el aprendizaje por el método que da nombre a la película.
5.- El peso de la luz
Javier Ideami da un paso más en esa idea de que habría que inventar un coche que funcionase con agua. Dirige una cinta que contempla la posibilidad de que el estrés de las personas pudiese convertirse en energía, y lo hace en una cinta de casi 20 minutos que sabe transmitir a la sala a la perfección todo el mensaje de su guión.
6.- El punto rojo
Genial historia sobre un joven obsesionado con los tomates, la hija de una verdulera y el origen de la tomatina que cada año hace que cientos de personas terminen teñidas de rojo hasta arriba. De esas historias que si Berlanga las hubiese imaginado, habrían terminado en un largo.
Familia, hasta el martes.
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